Lloré tanto que me cansé,
prendí la chimenea y un poco me calmé…
Pero seguí echando leña al fuego porque así
los minutos parecen hacerse eternos,
la calma simula un abrazo en tanto que la
paz actúa política.
Mientras se consume, me consume, mientras
lo disfruto me transforma…
Quedan dos leños, 16 canciones por tocar,
muchos pensamientos que ignorar y una cama que no me puede conciliar.
Pasa el tiempo, pasa el llanto, pasan las
canciones, me transportan, me elevan…
Tomo un leño, medito antes de lanzarlo al
fuego, con él pido un deseo y lo beso para que se cumpla, con la tonta ilusión
e inocencia que me caracterizan… lo arrojo al fuego y así ¡la esperanza crédula
continua!